PLAN DE SAN LUIS
Conciudadanos:- No vaciléis pues un momento: tomad las armas, arrojad del poder a los usurpadores, recobrad vuestros derechos de hombre libres y recordad que nuestros antepasados nos legaron una herencia de gloria que no podemos mancillar. Sed como ellos fueron: invencibles en la guerra, magnánimos en la victoria”.- SUFRAGIO EFECTIVO, NO REELECCIÓN.- San Luis Potosí, octubre 5 de 1910.- Francisco I. Madero
La madrugada del 6 de octubre de 1910, tres hombres caminaban apresurados por la Calzada de Guadalupe, avenida paralela a las vías de la estación de tren en San Luis Potosí. Uno de estos hombres, vestido en traje de mecánico, con pañuelo rojo al cuello y sombrero de paja, era Francisco I. Madero, quien secretamente abordaría un tren que lo llevaría a la libertad en San Antonio, Texas.
A principios de junio de 1910, Madero salió de la capital mexicana para emprender su última gira de propaganda. Ninguna campaña electoral en la historia mexicana había sido más extensa y activa que la de Madero, había visitado 22 estados de la República y fundado al menos cien clubes anti reeleccionistas. En esta última ocasión tendría que tolerar a un acompañante incómodo, Juan R. Orcí, secretario del vicepresidente Ramón Corral.
Aclamado por la multitud de simpatizantes, en Saltillo y San Luis Potosí, sufrió de serias hostilidades por parte del gobierno que pretendía inútilmente parar su discurso. La recepción en Monterrey fue impresionante, a pesar del gran despliegue policiaco que impedía que más de 10 mil personas se acercaran al candidato, algunos, cerca de 1500 personas, rompieron el cerco y lograron reunirse fuera de la casa del padre de Madero. Desde el balcón, Francisco I. Madero y Roque Estrada, condenaron la conducta violenta de la policía.
Cerca de las 8:30 de la noche, Madero y Estrada subieron al automóvil que los llevaría a la estación de tren, varios hombres vestidos de civiles les marcaron el alto ordenándole a Estrada que se entregara; Madero inconforme, inició una discusión que su compañero aprovechó para ocultarse en la casa. El candidato siguió su camino a la estación, pero el tren fue detenido para buscar en su interior a Estrada. A falta de fugitivo, Madero fue detenido por “proteger a un fugitivo”.
La esposa de Madero, Sara, se rehusó a separarse de su lado cuando lo trasladaban a la penitenciaría del Estado por miedo a que su marido fuera víctima de la ley fuga. Al día siguiente Roque Estrada decidió entregarse con la esperanza de obtener así la libertad de Madero, pero los cargos imputados iban en aumento: sedición, fomentar rebelión, e insultar a las autoridades. El testigo de los cargos: Juan Orcí.
Madero sabía que debía tomar algún provecho de la situación. Lanzó una proclama al pueblo mexicano en la que explicaba las circunstancias de su arresto, acusaba al gobierno de su encarcelamiento y el de sus partidarios en varias partes de la República; los alentaba a no permitir las amenazas, y a ejercer sus derechos. Publicó también una carta abierta a Díaz en la que le decía: “La nación está cansada del continuismo y demanda ser gobernada por la constitución y no con paternalismo”, si insistían en la reelección “…serían responsables ante la nación, ante el mundo civilizado y ante la historia por las consecuencias”.
Comenzaron entonces las protestas a la represión del gobierno de Díaz. El pueblo sin duda alguna quería un cambio, y aunque no todos deseaban a Madero para presidente, el arresto del único candidato que se había atrevido a desafiar a la dictadura, lo hacía gozar aún más de popularidad. Francisco I. Madero se convertía entonces en “el apóstol de la democracia”.
El 26 de junio se celebraron las elecciones primarias, y los detenidos fueron transferidos a la prisión de San Luis Potosí, ya que los “crímenes” ahí habían sido cometidos. Las elecciones secundarias del 8 de julio, reafirmaron el triunfo de los reeleccionistas; Madero y su partido sometieron al Congreso un detallado expediente legal sobre el fraude en las elecciones, apelando a su nulidad.
El 16 de septiembre, el general Díaz se dirigió al Congreso, y con descaro declaró que las elecciones se habían celebrado con “regularidad”. El 4 de octubre, Díaz y Corral fueron declarados reelectos. Las fiestas del Centenario de la Independencia, opulentas y fulgurantes, hicieron brillar a don Porfirio mientras se ocultaba en las sombras, la catástrofe.
Madero y Estrada habían cambiado la cárcel por la ciudad, José Yves Limantour, ministro de finanzas del general Díaz y amigo de la familia Madero, había aconsejado que la solicitaran. Obligados a permanecer en San Luis Potosí, al tiempo que comenzaron los rumores de un nuevo arresto, comenzaron los planes de fuga. Las caminatas diarias que Madero acostumbraba dar, disimuladamente, comenzaron a ser más largas. El 5 de octubre, regresó después de oscurecer y no llegó a su casa sino a la de Julio Peña, su secretario. De ahí salieron la madrugada del 6 de octubre en el tren que los dejaría treinta y dos horas después en Nuevo Laredo.
El 9 de octubre llegó la señora Madero a San Antonio, el matrimonio Madero tomó habitaciones en el Hutchins House, y esa misma noche una banda de mariachi les brindaba serenata. Pocos días después, los cónsules del gobierno mexicano y los agentes de gobierno de Estados Unidos, tenían sus ojos puestos en cada uno de sus pasos. Madero declaró que no buscaba ayuda de Estados Unidos, sólo hospitalidad y comprensión, “la hospitalidad que todos los pueblos libres han concedido siempre a los extranjeros que luchan por la libertad”.
La posición de Madero en San Antonio era bastante comprometida. Durante su campaña política había denunciado con severidad “los males de la revolución” y la repulsión que le causaba el uso de la fuerza. Antes y después de su arresto había evitado por todos los medios la violencia; pero en esos momentos ya había agotado todos los recursos pacíficos para evitar la lucha armada, el siguiente paso era poner en marcha el plan revolucionario.
Proclamado públicamente como presidente de la Junta Revolucionaria encargada de dirigir la revolución, Madero publicó el plan de San Luis, fechado el 5 de octubre por ser el último día que estuvo en dicha ciudad, y para evitar así repercusiones internacionales. En la formulación del plan, colaboraron con él sus hermanos Julio, Raúl y Alonso; y los también exiliados Juan Sánchez Azcona, Roque Estrada, Rafael Cepeda, Federico González Garza, Aquiles Serdán y Enrique Bordes Mangel.
En el Plan de San Luis, Madero expone los argumentos necesarios para justificar el inevitable movimiento armado, seguido de una relación de los acontecimientos políticos provocados por Díaz. Declara que después de revisar todas las actividades de su partido, de agotar todos los recursos legales para declarar nulas las elecciones, y dispuesto a no permitir que “esta situación violenta e ilegal continúe”, se asume como presidente provisional hasta “que el pueblo eligiera su gobierno de acuerdo a la ley”, proclamando el principio de “no reelección”.
En el Plan de San Luis, Madero se comprometió a respetar todas las obligaciones de gobierno contraídas antes de la revolución, a convocar elecciones tan pronto las condiciones fueran adecuadas, y a ser escrupuloso con los fondos públicos empleados. Al triunfo de la revolución, las leyes y decretos promulgados durante el régimen de Díaz serían revisados, y revocados los que estuvieran en conflicto con los principios del movimiento. En el documento señaló el domingo 20 de noviembre de 1910 para dar inicio a la lucha armada, el manifiesto debía circular con discreción hasta pocos días antes de esta fecha. Desde San Antonio se enviaron a México copias del plan, algún dinero, municiones y pertrechos.
En la Ciudad de México, a mediados de noviembre se descubrió el plan, el 17 de noviembre la prensa de la capital informó del complot en contra del gobierno. Ya para entonces, cientos de sospechosos habían sido arrestados para contestar al cargo de sedición. Debido a estos acontecimientos, Aquiles Serdán, que esperaba impacientemente el 20 de noviembre, resolvió comenzar la lucha armada con anticipación. Serdán y la mayor parte de su familia resultaron muertos.
El 19 de noviembre, Madero, salió de San Antonio con destino a Ciudad Porfirio Díaz, hoy Piedras Negras. Cruzó con éxito la frontera, pero se encontró con la sorpresa de que el pequeño ejército que esperaba no estaba en el lugar, y que las armas y las municiones que había pagado no habían sido entregadas. Descorazonado, sin haber disparado una sola arma, Madero regresó sobre sus propios pasos, a su juicio la revolución, que nunca había deseado, era un fracaso.
Plan de Ayala.
Plan libertador de los hijos del Estado de Morelos, afiliados al Ejército insurgente que defienden el cumplimiento del Plan de San Luis Potosí con las Reformas que ha creído conveniente aumentar en beneficio de la Patria Mexicana.
Los que suscribimos, constituidos en Junta Revolucionaria para sostener y llevar a cabo las promesas que hizo la revolución de 20 de noviembre de 1910, próximo pasado, declaramos solemnemente ante la faz del mundo civilizado que nos juzga y ante la Nación á que pertenecemos y amamos, los principios que hemos formulado para acabar con la tiranía que nos oprime; y redimir á la patria de las dictaduras que se nos imponen las cuales quedan determinadas en el siguiente Plan.
El Plan de Ayala fue una proclama política, promulgada por el jefe revolucionario mexicano Emiliano Zapata, dentro de la Revolución mexicana el 28 de noviembre de 1911, en el que desconoció el gobierno del presidente Francisco I. Madero, a quien acusó de traicionar las causas campesinas. Aunque en el Plan de San Luis Potosí sólo se consideró la revisión de los juicios sobre la tenencia de la tierra durante el porfiriato. En dicho plan, los zapatistas llamaban a las armas para restituir la propiedad de las tierras a los campesinos, pues se sostenía que las tierras habían sido arrebatadas al pueblo por caciques, hacendados y terratenientes, y deberían ser devueltas a sus dueños originarios. Por ello el Plan sostiene que los campesinos deben presentar sus títulos de propiedad, los cuales en su mayoría eran de tipo comunal y se originaban en el virreinato, estos títulos habían sido declarados sin valor bajo las condiciones de la Ley Lerdo, que formaba parte de las Leyes de Reforma, por lo que había sido fácil legalmente hablando el despojo de tierras que los comuneros no trabajaban. El revolucionario del norte, Pascual Orozco, también se adhirió al plan de Ayala en febrero de 1912, Madero encargó a Victoriano Huerta enfrentar a las tropas de Orozco, quien fue derrotado, aunque en realidad, Orozco nunca tomó en cuenta el plan zapatista en su programa político, ya que sus objetivos eran contrarios a los de Zapata. Cuando Victoriano Huerta asumió el poder ejecutivo gracias a un golpe de estado y asesinando a Madero en 1913, Orozco se unió al usurpador y Zapata, indignado por la conducta de Orozco, hizo reformas al plan de Ayala, en las cuales ahora desconocía a Huerta como presidente y declaraba a Orozco traidor a la Revolución (de hecho, Zapata fusiló al padre de Orozco, al mismo tiempo que rechazó la propuesta que le hacía Orozco cuando trataron de convencer al caudillo del sur de que se uniera a Huerta), tomando el mando de las tropas adheridas a dicho plan Emiliano Zapata, quien declaró que no descansaría hasta que ambos traidores fueran derrotados y que los ideales del plan de Ayala se hicieran realidad.
Plan de Guadalupe.
El Plan de Guadalupe del 26 de marzo de 1913, diría Venustiano Carranza en 1917, fue "el grito de guerra que lo más selecto de la juventud mexicana lanzó a los cuatro vientos del país contra la iniquidad triunfante, y ese grito no era más que la expresión vibrante y sonora de la conciencia nacional, expresión que reasumía el propósito firme, la voluntad deliberada del pueblo mexicano de no consentir más que el pretorianismo volviese a apoderarse de los destinos de la Nación (...) En tal virtud, con el Plan de Guadalupe quedó perfectamente planteada la cuestión de la legalidad contra la usurpación del derecho contra la asonada de las instituciones libres contra la dictadura militar".
El documento fue la respuesta inmediata de las fuerzas constitucionalistas al golpe militar en contra del régimen de Madero el cual, desde sus inicios enfrentó sublevaciones de grupos civiles y militares descontentos de su forma de gobernar, que buscaban la restauración del régimen porfirista. Las más importantes fueron las revueltas encabezadas por los generales Bernardo Reyes, en noviembre de 1911 y Félix Díaz en octubre de 1912. Una vez dado a conocer el Plan de Guadalupe, entre los principales signatarios de este documento se encontraron Jacinto B. Treviño, Lucio Blanco, Cesáreo Castro y Alfredo Breceda. El Plan de Guadalupe era un documento político cuyo único fin era remover el gobierno ilegal de Victoriano Huerta y a diferencia del Plan de San Luis y otros planes de la revolución carecía de una agenda social o lista de reformas legislativas. Establecía que al caer el gobierno de Huerta y tomar la ciudad de México, Venustiano Carranza, primer jefe del ejército constitucional, se haría cargo interinamente del poder ejecutivo, pero no le daba poderes legislativos ni un programa de gobierno a seguir, sino la pronta convocación de elecciones. Proclamación firmada en la hacienda de Guadalupe, en Ramos Arizpe, Coahuila, el 26 de marzo de 1913 por Venustiano Carranza, quien repudiaba al gobierno golpista de Victoriano Huerta acusándole de traición contra Francisco I. Madero. Se desconocía a los tres poderes federales y a los poderes locales que no aceptaran el plan. Los sublevados nombraron Primer Jefe del Ejército que se denominaría Constitucionalista al ciudadano Venustiano Carranza. El texto establecía que al entrar en la capital del país, Carranza o quien lo hubiese sustituido en el mando por razones necesarias, se encargaría del Poder Ejecutivo el tiempo perentorio para convocar a elecciones. Este plan sufrió algunas modificaciones entre ellas la del 12 de diciembre, que consideraba también la obligación de convocar a elecciones para celebrar un congreso constituyente.
Plan de Agua Prieta
El Plan de Agua Prieta es un manifiesto redactado en la era de la Revolución Mexicana,por simpatizante del General Álvaro Obregón en contra del entonces presidente Venustiano Carranza. En dicho plan se desconoce al gobierno de Carranza. El plan fue proclamado por Alvaro Obregón bajo el mando de liberales el 23 de abril de 1920, en la ciudad de Agua Prieta, en el estado de Sonora, de donde era originario Obregón. Fue secundado desde el inicio por otros generales de brigada de la División del Noroeste, como Ángel Moreno y Francisco Danario. El pretexto por el cual fue desconocido el gobierno de Carranza fue una disputa entre la Federación y el gobierno sonorense por la potestad sobre el río Sonora[cita requerida], aunque detrás del levantamiento no habían ningún interés ni conflictos políticos, como el resentimiento de los seguidores de Álvaro Obregón y el Partido Laborista, que fueron derrotados en las elecciones presidenciales de 1920.
El plan, además de no reconocer el gobierno de Venustiano Carranza, no reconocía a todos los representantes populares electos en los estados de Guanajuato, San Luis Potosí, Nuevo León, Querétaro y Tamaulipas, así como al gobernador constitucional del estado de Nayarit. Se proponía no combatir a las autoridades, siempre y cuando éstas no hostilizaran al Ejército Constitucionalista Liberal, que encabezó el Lic. Adolfo de la Huerta, a la sazón gobernador sonorense. Adolfo de la Huerta, por este plan, tuvo la facultad de nombrar gobernadores interinos en los estados donde el Ejército Constitucionalista Liberal los había derrocado o no reconocido. Elías Calles y los sublevados que secundaron el plan de Agua Prieta hicieron un llamado a los gobiernos de los estados a nombrar representantes a una junta, que a su vez habría de nombrar al presidente interino de la República. Este jefe de estado provisional debería a su vez convocar a elecciones generales apenas tomara el poder.
CONSIDERANDO:
I.- Que la Soberanía Nacional reside esencial y originalmente en el pueblo; que todo Poder Público dimana del pueblo y se instituye para su beneficio; y que la potestad de los mandatarios públicos es únicamente una delegación parcial de la soberanía popular, hecha por el mismo pueblo.
II.- Que el actual Presidente de la República, C. Venustiano Carranza, se ha constituído Jefe de un Partido Político, y persiguiendo el triunfo de ese Partido, ha burlado de una manera sistemática el voto popular; ha suspendido, de hecho las garantías individuales, ha atentado repetidas veces contra la soberanía de los Estados y ha desvirtuado radicalmente la organización política de la República. III.- Que los actos y procedimientos someramente expuestos, constituyen, al mismo tiempo, flagrantes violaciones a nuestra Ley Suprema, delitos graves del orden común y traición absoluta a las aspiraciones fundamentales de la Revolución Constitucionalista.
IV.- Que habiéndose agotado todos los medios pacíficos para encauzar los procedimientos del repetido Primer Mandatario de la Federación, por las vías constitucionales, sin haberse logrado tal finalidad, ha llegado el momento de que el pueblo mexicano asuma toda su soberanía, revocando al mandatario infiel el poder que le había conferido, y reivindicando el imperio absoluto de sus instituciones y de sus leyes.